✿ Fundadora de Alejandrina Escuela Herbolaria | Divulgadora naturalista & Poeta

¡Hola! Soy Eleonora Diez Posterivo, nací y vivo actualmente en Capital Federal, Buenos Aires, Argentina. Viví mis primeros siete años frente a una plaza en Castelar, Provincia de Buenos Aires, cuando en el barrio sólo habían unas poquitas casas y calle de tierra. Siempre fui una nena solitaria, y no creo que haya sido por el hecho de ser única hija. Mi universo eran las plantas, los animales, el arte y los libros. Los bichos, siempre los bichos, las estrellas y María Elena Walsh. Creo que por entretenerme tanto con ellos es que aprendí tarde a andar en bicicleta. Tal vez encontraba en esas fragilidades una proyección de mi propia fragilidad. Hoy continúa siendo así. Siento que el arte y la naturaleza son un camino espiritual; esos mundos se unen en uno solo. No encuentro el límite entre poesía y naturaleza o naturaleza y arte, y creo que fue esa idea la que, en primer lugar, me llevó a estudiar literatura y publicar dos libros de poesía naturalista: Aguas Negras (Alción Editora, 2017) y Alimento para la fe del cuerpo (Halley Ediciones, 2019); y en segundo lugar, a estudiar las plantas para luego dar vida a Casa Alejandrina.
Viví en Haedo, Provincia de Buenos Aires, hasta pasada la adolescencia. Viajé desde pequeña y luego viví en distintos lugares de mi país: la Costa Bonaerense, Bariloche (Río Negro) y Villa General Belgrano (Córdoba), entre otros. Cada sitio me enseñó los secretos de sus plantas saludables, pero, estudiosa incansable de la Naturaleza, amplié y fortalecí mis conocimientos. Así, me formé (y aún continúo capacitádome) en Plantas Medicinales, Fitomedicina, Medicina Integrativa, Nutrición Natural y Salud Holística, Astronomía, Biodiversidad y Naturalismo. De todas formas, concluyo que tomar contacto directamente con las plantas, animales y los lugareños de las distintas regiones de nuestro país es crucial (ellos nos enseñan los saberes ancestrales para luego transmitirlos de generación en generación); como así también creo imprescindible estudiar de manera independiente, investigar, explorar, y nutrirse de los libros, que son quienes guardan la tradición oral popular y los descubrimientos científicos relacionados con los reinos vegetal y animal.
Para homenajear a la Naturaleza y el Arte, brindo capacitaciones en Alejandrina Escuela Herbolaria, y vuelco mis impresiones poético-naturalistas en Diario de una Naturalista. Agradezco cada día este camino que siento como una misión, agradezco los mágicos rincones donde viví, los maestros que encontré y sigo encontrando. Kahlil Gibran escribió: «Sólo una vez enmudecí. Fue cuando un hombre me preguntó: ‘¿quién eres tú’?». Todos podemos saber quiénes somos en esencia y qué vinimos a brindar en este paso por la vida.

«Alimento para la fe del cuerpo es un alquimista que nació como respuesta a la incertidumbre. Acorta el camino entre naturaleza y verso, danza en intervalos con la vida y la muerte. La fuerza de la flor y la vulnerabilidad de la creencia se constituyen como eje del cuerpo, el alma y la razón. Plenitud y carencia del universo en un manifiesto, un grito, un cultivo, después contemplación y espera. El mago contenido en sus páginas nutre y honra el vacío hasta volverlo poesía.»
«En la gaviota y en el barro, en la sequía y en el rododendro, en el río, el caracol y la nieve, se manifiestan los designios de Dios. La naturaleza es su clara y magnífica obra. Asimismo, en la frase cuidada, el uso equilibrado del adjetivo, la metáfora oportuna y el oxímoron iluminador, respira también la poesía. Aguas negras corre el velo y muestra lo evidente: poesía y naturaleza tienen un mismo aliento. El puente entre ambas es la pasión humana. Con el correr de estas páginas, asistimos al suicidio de las flores, las horas quietas, la palabra como daga y, también, a las diversas formas en que el amor deja su impronta. Con claridad y contundencia, estos poemas recuperan el don y la dimensión de lo sagrado, un ars poetica de lo esencial. Eleonora Diez enlaza universos que, acaso, tengan una misma significación. Su libro, de sólida pluma y ávido corazón, honra este vínculo.»
